“La misericordia sin verdad es mentira”





Capilla universitaria. Afuera, la lluvia sigue cayendo. Dentro, una tenue luz dorada ilumina el altar. Diego y Máximo están sentados en los bancos de madera, en silencio. Una vela arde cerca del Sagrario. La conversación surge como si continuara una oración.


DIEGO

Máximo… ¿qué ocurre cuando católicos —buenos, sinceros— dicen apoyar el divorcio?

Incluso defienden las “segundas parejas”, y hablan de “nuevas oportunidades” por amor.

Pero no lo dicen desde el desprecio, sino desde lo que ellos llaman compasión.


MÁXIMO

(Con voz grave)

Eso es lo más peligroso: cuando el error se viste de bondad.

Cuando el mal ya no se presenta como rechazo de la verdad, sino como reinterpretación de la verdad… en nombre del amor.


DIEGO

Y si quien se divorcia civilmente, y luego se une a otra persona… sigue yendo a misa, comulgando… y dice que “Dios entiende su corazón”, ¿qué pasa ahí?


MÁXIMO

Pasa que ya no se distingue entre misericordia y tolerancia al pecado.

El Señor perdonó a la adúltera.

Pero antes le dijo: “Ve y no peques más.”

Cuando se justifica la situación irregular, y se vive como si fuera gracia… ya no hay arrepentimiento.

Y sin arrepentimiento, no hay perdón.

Lo que hay es autoengaño.


DIEGO

¿Entonces viven en adulterio? ¿Aunque haya cariño, estabilidad, respeto mutuo?


MÁXIMO

Sí.

Porque el vínculo anterior, si fue sacramental y consumado, sigue vivo.

Y unirse a otro no es construir amor… es negar una promesa.

El adulterio no deja de serlo porque lo llamemos “segunda oportunidad”.

La fidelidad no depende del estado emocional del momento.

Es vocación… y cruz.


DIEGO

Pero algunos pastores dicen que no se puede juzgar, que hay que “acompañar”.


MÁXIMO

Acompañar no es bendecir el error.

Es caminar con el pecador, sí…

pero hacia la verdad.

Si no hay conversión, lo que hay no es acompañamiento…

es complicidad.


DIEGO

¿Y los que apoyan esas uniones, los que las celebran, incluso en ambientes católicos? ¿Están en pecado?


MÁXIMO

Si lo hacen sabiendo lo que la Iglesia enseña, sí.

Porque lo que promueven no es misericordia, sino escándalo.

Justifican lo que Cristo condenó.

Y, en nombre del amor, traicionan el amor mismo.


DIEGO

Entonces no sólo el que comete adulterio…

También el que lo aprueba, lo alienta, lo banaliza…

se aleja de la verdad.


MÁXIMO

Así es.

Quien consiente el mal con conocimiento, participa de él.

Y quien justifica el pecado con lenguaje dulce, es más responsable aún.

Porque desorienta a las almas sencillas.


DIEGO

¿Y qué pasa con los que perseveran en fidelidad, aunque fueron traicionados? ¿Son ingenuos? ¿Tontos? ¿Reprimidos?


MÁXIMO

Son testigos.

Héroes escondidos.

Cristianos que, como Cristo, aman hasta el extremo.

El mundo no los entiende.

Pero el cielo los reconoce.


DIEGO

Entonces… no basta con tener “buenas intenciones”.


MÁXIMO

No.

El amor verdadero necesita verdad.

Y la verdad necesita amor.

Separados, se pudren.

Juntos… salvan.


(Silencio. La vela del Sagrario sigue ardiendo. La lluvia cesa. La presencia invisible de Cristo en el altar parece más cercana que nunca.)


DIEGO

Máximo…

¿Y qué pasa cuando incluso los amigos —católicos practicantes— te dicen que está bien “rehacer la vida”?

Que Dios quiere verte feliz. Que no podés vivir atado a un pasado roto.

¿Eso también hiere la verdad?


MÁXIMO

(Pausa larga. Su voz es grave, pero serena.)

Una amistad que te empuja a negar una promesa sagrada… no es verdadera amistad.

Quien justifica el divorcio o el adulterio en nombre del amor…

te ama mal.

Porque te aleja de Dios.


DIEGO

¿Aunque lo digan con ternura?


MÁXIMO

Más peligrosa es la mentira cuando viene envuelta en afecto.

El verdadero amigo no consuela para que sufras menos…

te acompaña para que sufras con sentido.

No te ofrece una salida fácil…

te recuerda quién sos, y qué prometiste.


DIEGO

Entonces… fidelidad también es elegir con quién caminar.


MÁXIMO

Sí.

Y no temer quedarte solo si eso significa ser fiel a Cristo.

Él también fue abandonado por los suyos…

pero jamás dejó de amar.

Ni de decir la verdad.

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