La escritura como catarsis
Para quienes todavía no saben que escribir también puede salvar.
Escribir para no romperse
Hay momentos en los que escribir no es un acto creativo, ni una tarea, ni siquiera una elección. Es una necesidad. Un modo de sostenerse cuando todo dentro parece tambalear. La escritura puede volverse, sin previo aviso, una forma de catarsis: ese acto silencioso y profundo que permite que lo que duele adentro encuentre salida sin herir a nadie más.
Desde el caos hasta la claridad
No siempre se escribe con claridad. Muchas veces se comienza desde el desorden, con frases rotas, imágenes borrosas o sentimientos que apenas logran asomar entre líneas. Pero en ese caos hay una verdad latente. Escribir no requiere tener todo resuelto. Al contrario, a veces es el único modo de empezar a comprender lo que no se entiende, de nombrar lo que hasta entonces sólo pesaba.
Una enseñanza que permanece
Hace años, un maestro compartió una idea que hoy cobra todo su sentido: “En todo momento, escribí. No sólo para lo académico, sino también para la imaginación, para la fantasía, para el día a día, con los grises que tenemos todos los humanos día a día.”
Aquello que parecía un consejo más, con el tiempo se volvió brújula. Porque escribir no es solo para cuando hay algo que demostrar. También es para cuando no hay nada que decir en voz alta, pero mucho que necesita ser escuchado por dentro.
Textos que nadie ve, pero que salvan igual
La escritura como catarsis no cura del todo, pero alivia. Ayuda a sobrevivirse. No siempre deja una sensación de paz inmediata —a veces deja cansancio, otras veces lágrimas—, pero en el fondo abre espacio. Permite soltar. Dejar de cargar con todo, aunque sea por un rato.
Hay textos que no deben mostrarse. No porque sean vergonzosos, sino porque son íntimos, nacidos para acompañar un momento preciso, como una carta que nadie necesita enviar. Esos escritos, sin destino exterior, son a veces los más honestos. En ellos se asoma el yo sin maquillaje, sin argumento, sin forma. Y precisamente por eso, en ellos habita una verdad difícil de encontrar en otro lugar.
Escribir como forma de vida
Escribir puede ser un modo de sangrar sin herida, de llorar sin testigos, de hablar sin interrupciones. No se necesita estilo, ni técnica, ni justificación. Sólo el gesto de sentarse y dejar que las palabras hagan lo suyo.
Cuando duela, escribí.
Cuando no entiendas, escribí.
Cuando el mundo te quede grande o te parezca vacío, escribí.
No por arte. Por vida.



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